viernes, 5 de agosto de 2016

Artesanos, talleres y gremios. La Barcelona del 1700.

El Rincón del Sueko #rincondelsuekoHola mis queridos lector@s de El Rincón del Sueko. Hace ya un tiempo hicimos un breve recorrido por la antigua ciudad romana de Barcelona: Barcino.

Paseando por las calles de Ciutat Vella de Barcelona, es fácilmente observable que algunas calles tienen nombres de oficios como “herreros”, “cuchilleros”, “plateros” o “curtidores”. Estos nombres recuerdan su origen medieval cuando las ciudades eran los centros de producción artesanal. Allí los artesanos fabricaban a mano y con unas sencillas herramientas tejidos, cuchillos, objetos de piel, cerámicos o de carácter artístico para decorar las iglesias. Los artesanos trabajaban en pequeños talleres que estaban dirigidos por un maestro artesano de quien dependían los oficiales y los aprendices.

La organización jerárquica.

La organización del gremio era jerárquica. La escala laboral del gremio se estructuraba en tres niveles: aprendices, oficiales, maestros. Podía haber todo tipo de gremios.

  • Aprendices: Trabajaban sin sueldo de tres a seis años en el taller de un maestro conviviendo con él y aprendiendo el oficio.
  • Oficiales: Artesanos especializados que cobraban salarios. Estaban guiados por un maestro.
  • Maestros: Dueños de los talleres y de los instrumentos de trabajo.

El puesto de trabajo como maestro se alcanzaba tras superar una prueba, por parte de los oficiales, que consistía en realizar una obra maestra que demostrase su habilidad y dominio del oficio. Los maestros ponían dificultades al acceso de los oficiales a la maestría para evitar que se produjera competencia.


Las mujeres normalmente trabajaban en el campo y vendían sus productos en el mercado local, sin embargo algunas trabajaban en talleres artesanales elaborando o vendiendo productos en la tienda del taller, artesanía textil. No podían acceder a la maestría, pero podían haber excepciones. Sin embargo la viuda de un maestro podía continuar con el taller de su marido con la ayuda de otros maestros del gremio, pero no podían tener aprendices.

Se firmaba un “contrato de aprendizaje”, en el que el maestro se comprometía a enseñar y el joven a aprender. Los contratos tenían las siguientes cláusulas:
  • Duración: de 4 a 6 años.
  • Edad del aprendiz: 12-14 años.
Compromisos del aprendiz:
  • Obedecer al maestro.
  • Acudir al obrador todos los días.
  • No ausentarse
  • Guardar fidelidad al maestro.
Compromiso del maestro:
  • Manutención del discípulo.
  • Adiestrarlo y enseñarle el oficio.
  • Darle cierta compensación económica.
  • Compromiso del padre o tutor:
  • Responder de los actos del aprendiz.
Finalización del contrato:
  • Al terminar el plazo establecido.
  • Por muerte o enfermedad de una de las partes.
  • De mutuo acuerdo.

El maestro era el dueño de las herramientas con las que trabajaban de forma manual los artesanos de su taller. En el taller también trabajaban los oficiales que eran artesanos que habían demostrado el dominio de su oficio mediante una prueba y cobraban un pequeño sueldo. Eran ayudados por los aprendices, niños o jóvenes, que estaban aprendiendo el oficio y solían vivir alojados y alimentados por el maestro en su casa.

El taller cumplía diversas funciones. No sólo era el lugar del trabajo de los artesanos. Era también el hogar donde vivía el maestro y sus aprendices. Además, en el taller se vendían sus productos artesanales, o sea, era también una tienda. Por ello, en la fachada del taller solía haber un símbolo visible de los productos que fabricaba para anunciar a los posibles clientes (la inmensa mayoría no sabía leer) sus productos.


Barcelona en el 1700

Los artesanos del mismo oficio (sastres, carpinteros, canteros, pintores o panaderos) se asociaban en gremios o corporaciones artesanales de carácter local. El gremio estaba dirigido por los maestros. Su función era regular el trabajo de los talleres y artesanos mediante unas normas. El gremio proporcionaba la materia prima y determinaba el precio de venta de los productos manufacturados. Con ello pretendían que hubiera una igualdad entre sus miembros y que nadie se enriqueciera a costa de los demás.

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Barcelona con la gran Ciudadela construida tras la ocupación de 1714.

La principal norma prohibía a cualquier artesano ejercer un oficio en la ciudad sin el permiso del gremio. También establecía el número de horas que había que trabajar: se trabajaba con la luz del día, de modo que en invierno ello suponía  6 o 7 horas y en verano entre 12 y 14 horas. Otras normas determinaban que había que utilizar el mismo tipo de herramientas, regulaban la cantidad y características de los productos que se fabricaran, establecían el tipo de pruebas que había de superar el aspirante al grado de maestro (por ejemplo, realizar una “obra maestra” como una bella capa). El gremio también reglamentaba los derechos y deberes de asistencia y ayuda mutua que correspondían a sus miembros en el caso de enfermedad, muerte o si el negocio iba mal.



Las calles de Barcelona y sus gremios.

En la Barcelona intramuros se concentraban más de cinco mil casas. Predominaba la casa estrecha de planta baja y dos pisos, con una fachada abierta a la calle y otra posterior que daba al huerto. En la planta baja estaban la cocina, el comedor y un espacio de trabajo o de tienda, a menudo con un pequeño entresuelo. La primera planta estaba ocupada por dos o tres habitaciones con ventana o balcón, la gran innovación arquitectónica de la época. El piso superior albergaba más habitaciones y, la mayoría de las veces, un pórtico que daba a la calle.

Por otro lado, las denominadas casas grandes pertenecían a los ciudadanos más acaudalados. Disponían de una mayor superficie y de muchas más estancias, como varios comedores, estudios, salas, capillas, galerías y cocheras, y algunas también contaban con generosos espacios verdes. La Barcelona de 1700 era una ciudad llena de jardines y huertos, con norias, fuentes, árboles frutales y gran diversidad de flores provenientes de distintas partes del mundo. Destacaban principalmente los situados en la zona de la Fusina, que podían contemplarse desde el paseo de la muralla de mar.


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El Born. Restos excavados de la ciudad de Barcelona enderrocada por órden de Felipe V.

Como explicaba más arriba, muchos de los nombres actuales de las calles de Barcelona obedecen al gremio que residía en dicha calle. Decir primero que este post está documentado gracias a los libros de D. Victor Balaguer, Las calles de Barcelona, que publicó en 1865 y que tengo en fortuna de disponer en ejemplar facsímil.


Vamos a ver unos cuantos ejemplos de nombres de calles y la historia que esconden. Bienvenidos a la época medieval de la Ciudad Condal: Barcelona.

Calle de la Platería.
El Rincón del Sueko #rincondelsuekoVulgarmente llamada de la Argenteria, que es el significado catalán de platería. Une la plaza del Angel con la de Santa María. Varios nombres diversos ha tenido sucesivamente esta calle.  Cuando a principios del siglo XIV quedó terminada en las arenas de la playa la iglesia de Santa Maria del Mar, dejó su nombre para tomar el del templo, al cual conducía, y se llamó de Santa Maria.

La circunstancia de haber ido más tarde a ocuparla casi en su mayoría los cordoneros, dio margen a que el vulgo la apellidase dels passamaners. Reemplazaron luego a estos los plateros, en catalán argenters, y denominose entonces de la Argenteria, cuyo nombre es el que definitivamente le ha quedado, habiendo continuado habitando en ella muchos plateros.

Carrer dels Obradors.
Un cronista barcelonés hace observar que estaba antiguamente ocupada esta calle por una sección, si así puede llamarse, del gremio de alfareros, conforme es de presumir por su proximidad a la calle de Escudellers u Ollers, que eran también otra sección o la principal del mismo, así como los gerrers, etc. Según el mismo cronista, los obradors eran sin duda escudilleros o fabricantes de obra blanca. Otro autor cree que el nombre de obradors proviene de tener en esta calle sus talleres los alfareros.

Carrer dels Carders.
Tomó su denominaión de los carders (carderos) o fabricantes de cardas para trabajar la lana, quienes vivían allí. La palabra carda se deriva de cardenchas o carduchos de que se forman las cardas, o especie de cepillo con mango, que sirve para cardar la lana. Los carderos constituían ya gremio en 1372, pues se halla que en este año se estipuló por reglamento municipal que todos los años se nombrasen para su gobierno e inspección dos cónsules, el uno de ellos del gremio de los pelaires, quienes juntos con el almotacen de la ciudad, debían conocer de todas las cosas pertinenetes a dicho oficio. No en vano dice Capmany que este oficio sería en otros tiempos de los más florecientes cuando llego a dar nombre a una calle.

Carrer dels Escudellers.
Comienza en la calle Avinyó y va a terminar en la Rambla. Es una de las calles más concurridas de Barcelona y por desgracia de las mas estrechas. Antiguamente se llamó de Trentaclaus, porque a su estremo, hoy correspondiente a la plaza del Teatro, existía otra de las puertas de las murallas del segundo recinto , denominada de Trentaclaus. También recibió como nombre esta calle, lo propio que otra inmediata que hoy se llama dels Escudellers Blancs, calle dels Ollers, cuyo nombre es sinónimo del que ahora tienen, equivalente en castellano a alfareros. Allí vivían estos antes de ensancharse la ciudad por aquella parte.

Capmany asegura que el oficio de alfarería es uno de los mas antiguos de Barcelona, y no de los menos importantes y útiles, por el gran despacho que tenían sus obras en los países extranjeros, y particularmente en Italia hasta mediados del siglo pasado. La época fija de la corporación política de los alfareros es difícil de determinar; pero debe suponérsela a lo menos de mediados del siglo XIII, porque bajo el nombre de Olleros consta que su Común tenia dos plazas anexas al gran Consejo municipal al tiempo de su elección, que fue en 1257.

Para acabar, un interesante vídeo sobre el yacimiento arqueológico del antiguo mercado de El Born, en Barcelona.



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